martes, 19 de marzo de 2013

Boleros

En el menudeo catártico me gusta insistir sin comprar, pensarlo una y mil veces mientras escucho alguna oferta, o mientras a un costado de la tienda veo cómo todos gritan y se empujan para sacar un trozo de la mejor mercancía antes que queden en los cajones sólo las frutas aplastadas, llenas de melasa pegajosa del fondo. Un entretenimiento un poco frustrante ya que todas las tardes el cielo se pone naranja y vuelvo con las manos vacías por que no encuentro iniciativa, no encuentro una razón, una corazonada.Te encontré en una feria de artículos actualmente en uso, una radio que quedó colgada en un dial donde solamente escucho boleros suaves que traen olas de amor casual, ganas de besar con arrebato como cuando el sí es sí y el no es "sí, pero ya sabes..."Dijeron que repetiste mi nombre entre los boleros mientras yo no estaba y que te convertiste en una fruta pegada al fondo de un cajón, pero yo no le creo nada a nadie y digo mentiras. Me divierte que aparezcas por el menudeo y yo no esté para comprarte antes de que vuelvas a la feria, a cantarle boleros a tu dueño.

jueves, 4 de octubre de 2012

Prólogo por Santiago Gonzalez Cragnolino

Para el lector perezoso, muchas veces profesionales ellos, el género literario es una vía rápida que le facilitaría el escriba para cerrar la lectura. Se trata de atenerse a las reglas del juego genérico, como mucho estar atento a los desvíos más superficiales de ese programa reglamentario que indica como debe leerse y que esperar de una obra. Eso ya permite hacerse un panorama claro de lo que se leyó, cerrar el libro y depositarlo en la biblioteca-cárcel. ¿Que pasa cuando quién escribe incurre en la hibridación? El perezoso incurre en la figura del "subgénero" (a veces tiene la ilusoria satisfacción de creerse descubridor de la nueva especie). En este análisis de tipo taxonómico, el perezoso se contenta con mencionar estas convenciones provenientes de distintos géneros, distintas tradiciones y nuevamente la satisfacción de la lectura conclusa. Algunos textos rompen con cualquier pretensión de administrar el mundo literario en compartimentos. Tal es el caso del trabajo de Franco Volta en su blog "Santa Tripa". Si bien toman la estructura de la crónica periodística, incluso escritas a rajatabla de forma cronológica, no podrían estar más alejadas de lo informativo. El humor aparece en ese espacio en el que no esta permitido, el de la escritura que todavía insiste en proclamar que se rige por sus reglas fundacionales: objetividad, claridad, imparcialidad. Una institución decimonónica, en plena crisis, pero que se maquilla cada vez mejor para mantenerse vigente y prestarse alegre al espectáculo y a los intereses corporativos. En Santa Tripa la descripción está permanentemente permeada por la poética personal de su autor. La regla es la metáfora hiperbólica, la prosa manierista. También surge el humor de esa manera en extremo expresionista de narrar las historias mínimas, siempre ligadas al comer cotidiano. Lo ordinario, lo habitual se convierte en épica. Por todos estos usos del lenguaje se puede adjudicar a Volta una fuerte autoconciencia. Se refuerza la idea cuando vemos la elección de ciertos términos: Volta utiliza la sinonimia siempre inclinándose por el término más excéntrico al habla cotidiana. Así, el común “sorbete” se convierte en “popote”. Esa autoconciencia está ligada a la búsqueda de producir choques entre géneros, maneras de escribir y la materia misma de la literatura en su más simple expresión, la palabra. Y como resultado concomitante la comicidad. Ese algo que está fuera de lugar, en conflicto con las estructuras, es la materia prima de la comedia. Franco Volta pone fuera de lugar sus palabras con respecto a las reglas de género, la solemnidad, la relación con el tema a tratar. Nada de esto es necesario en el juego lúdico de la literatura. Son pretensiones que otros imponen casi como categorías estéticas descuidando siempre lo que verdaderamente está en juego. La palabra, por más atada a contingencias que esté, es en última instancia (por más que le cueste a la academia y sus guardianes) libre y autónoma: una construcción destinada a ser resignificada, ampliada, reducida, modificada, destruida u olvidada. Volvemos a la autoconciencia: si Volta utiliza estos mecanismos para suscitar la ironía, su literatura está lejos del gesto cínico de sobrevolar el texto. Ahí donde hay un juego casi metatextual en el escribir, cercano al terreno de la parodia, reside también su gran honestidad. No se trata de reírse de las formas establecidas de escribir, en ese proceso de paroxismo escrito en el que incurre el talentoso autor. Se trata de relatar, de explorar el lenguaje, jugar con los materiales al tiempo que se cuenta la anécdota. Santa Tripa es el arenero de Volta. Sí el frances Roland Barthes tenía razón cuando decía que escribir consiste en establecer una relación difícil con nuestro propio lenguaje, podemos pensar en Santa Tripa. Su éxito consiste en disfrazar esa relación conflictiva en una ligera broma escrita.

viernes, 22 de junio de 2012

Palcos


No quisimos llegar solos y con miedo.
De camino un perro luchando por sexo nos hizo reír;
Una estatua de clima gélido (compartiamos un bolsillo)
La tranquilidad de poder callarnos.

Cortaron los boletos después de subir escaleras
Y nos guiaron a tientas entre gradas.
Una mano la aprieto como dientes dentro de un cuerpo frío;
Otra sale de una camisa, dedos de ternura hindú,
Días del cielo, su crema…


Maníaca práctica de pocos segundos
No puedo pensar en otra cosa.


Preguntas sobre la complicidad y el aburrimiento,
La bisectriz que los divide,
Comunicado de falanges,
Perfume de ignorancia, alergia de incauto,
Oscuridad y luz tenue en escena…

Algo picando sobre el parqué es impulso para estar aclimatado,
Algo que nadie hace rebotar reverbera tanto, pero tanto…

Para su frío la mano del bolsillo encontró paisajes
Y el karma prepara la cabina, chequea alas, engranajes,
Prueba cables y manijas, cimbrones, recetas, botones,
Hoyas, camas sin lámparas  donde algo se iba a olvidar;
Ah, si, los frenos no control, la biblia no control,
La diabetes no control, frijoles, esfínter,
Salsas rojas calientes cayendo en masa,
Un trago inmenso que nunca va a pasar…
Son los clientes sin suerte.

No es una cantina, es un palco…
Silencio huesos jóvenes!
“Descansamos en sillas de la realeza”
Nos cansamos de contar.
No hay respuesta por eso cambiamos de status…
"Pensando qué vamos a contar".
Mmm… pensando qué tenemos para contar... mmm... pensando

jueves, 7 de junio de 2012

Trabajo duro


A pesar de que me gusta el trabajo prefiero los poderes sobrenaturales. Siempre podemos tener los miércoles y los días que no te gusten o los que nadie te conoce que pueden llegar a ser los mismos siempre. Esa lechuga no se va a cortar sola pero por su intermedio puede que uno de tus dedos sí, y no es culpa de la lechuga ni de los dedos ni del cuchillo ni de tu cerebro. Tu karma te saca un poco de lo que dejaste en su cama, movimientos de fábrica de metales aislados e indiferenciables, ambiente que puede prescindir de la calefacción artificial y orejeras de plástico amarillo y negro que se rompen pero nunca se herrumbran para así poder terminar una y otra y otra jornada reaccionando sin sorpresa a los sonidos de las máquinas que trabajas y que largan ese calor húmedo y oloroso que no se puede sacar del cuerpo, que te obliga a olerlo hasta que te marees de tanto oxígeno que llega a la cabeza. -Si te cortas, que no sea por la lechuga, compra otra cosa, lo único que necesitas es tiempo-. Entonces se remueven las orejeras para escuchar cómo suena cada treinta segundos la alarma que dice “excelente recreación, insertar pieza otra vez en treinta segundos” y con ánimo ponerse otra vez a preparar el terreno para allanarlo, y volver a prepararlo y querer prepararlo cuando ya fue preparado y así otra vez más hasta que se olvida la alarma, le das al botón sin parar con la parte dulce de la raqueta y le sacas un grito en corto circuito, se olvidan los cables y te das calor junto a la máquina, descansado, olvidándote del trabajo.


Un cotillón del centro, manos toscas, nerviosas. Una de ellas aplasta una galera que tendrá que pagar, otra revuelve una enorme cartera marrón de la que se caen  montones de objetos no más grandes que una lapicera. Aprietan acá, suben allá, deciden haciendo caso omiso a gustos propios y ajenos rigiéndose por la lógica pre-menstrual. Si se cae al suelo no lo toques; mirame, date vuelta… dejate y no hagas esas caras que van a pensar que soy mala madre –ya lo pensaron, ya lo fueron también, pero no se acuerdan-. 

sábado, 2 de junio de 2012

C.A.C

Si te arropas no te hace frío... pf! pobres.
Exhibición de museo, cuidado y lavado de obras.
El morbo del deseo en estado de resignación tiene que ejercer 
Alguna influencia sobre la mirada tal y como vuelve al ojo,
Tan crítica delante de ese vaso lleno de vidrios de espejos
Apenas miras otra cosa,
Tan agria ante las credenciales del 60 % del mundo.
No te culpes por estar tan acostumbrada!
-Si hasta es un don que podes manejar-
Donde lo escuchaste no hay radios que
Quepan entre la estufa y los sillones,
Entre el jarrón y baldosas que brillan como azulejos hasta el hueso de limpios.

No son tantas las cosas que hay para saber,
No son tantas las que las saben...
Aprovechando un impulso positivo le das un trago al vaso
Y te das cuenta de que era uno equivocado.
Quedan cuentas pendientes y credenciales por mostrar, 
Trastos que revisar y sobre todo paraderos que aclarar
Para calmar el panorama que desató la histeria... 
Son cosas que no pasan todos los días y se pierden entre semanas.


Espero no escuchar llantos cuando el trapo no pueda lavar;
La polución normal no tiene por qué obligarte a redecorar
Si te sigue gustando el blanco aunque ya no esté intacto,
Los días pasan y las baldosas se pisan, los pájaros se comen,
El microondas seca y el lustre resbala. 

jueves, 17 de mayo de 2012

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Todas esas chacareras que te ponen incómoda
Y esos gritos que pensas que te van a romper la remera;
Esas son tus cosas junto con los solos de guitarras
Que suenan como dentro de peceras secas
Y las manos invisibles que te tocan cuando suenan.
Nada te hace más indiferente,
Una indiferencia más grande que la de siempre;
Nada se compara a ser dueña de eso que recibe atención,
 “Cuánta suerte tenemos los dos; y ustedes también,
Pero más los dos que ustedes también.”

Todos embarrados en dulce de leche,
Estirando por siempre un pasado que hubiese sido
Si nos hubiesen dado la opción.
No paran de caer cerezas brillantes,
Se hunden apenas y quedan pegadas al dulce de leche
Hasta que no quede más lugar y se empiecen a
Apilar en cilindro como átomos sin carga ni moviendo,
Estáticos y pegajosos.
El cilindro tiene un techo desde el que caen pero
Ahora no sin tener que ejercer un poco de presión.
Revientan embarradas las que cayeron primero y aprietan a las demás que
Van a terminar reventando.

Si hubiésemos sido concientes de la inocencia,
Razonado con experiencia como ahora,
Podríamos haber elegido tener recuerdos más acordes
Y no buscarlos hasta que se borren los otros con la
Inercia de un golpe vaginal orgásmico
O en la inestabilidad de tres notas irrepetibles que me hacen saber
Que no voy a recordar nada
Cuando lo único que necesito es recordar. 

viernes, 23 de marzo de 2012

Una foto sobre el sillón

Bruma de desechos sobre la sangre fría de tu iguana,
Luces rojas desde abajo no pasan lo espeso y confunden su verde
Inmóvil.
Del cielo caen libros, de un libro sólo sirven sus hojas.
Nada cae sobre su imagen altiva,
El polvo que levantan los choques forma una nube general.


Calentamos todo lo que tocamos
Por que tocar significa que es nuestro.
Somos los dueños del sillón,
Somos los sueños del sillón,
De ese libro sólo sirven sus hojas.
Somos carnada del amor, los remanentes de un morbo,
Las formas que se elijan creer.
Quiero al dueño ser sobre los mundos que queda despierto;
No hay sonido pero algo escucho...
Se viene Boca.