viernes, 4 de junio de 2010

Posible apocalipsis

Se encrespó imitando el estremecimiento humano más absoluto; con descomunal fuerza y armonía en sus movimientos se erigió por sobre cualquier energía que lo rodeara; levantó la frente más alto de lo que ser alguno haya alguna vez llegado, y con su pecho exaltado de poder atropelló y asimiló todo lo correspondiente al mundo sensible.
Nadie supo nunca su nombre, fue tal el pavor que provocó en tan pocos segundos que la gente acabó por resignarse ante el hecho suscitado por no tener el más mínimo indicio de como explicarlo. Unos y otros, todos los seres de la tierra entendieron que absolutamente nadie había logrado entender lo qué acababan de presenciar.
De pronto todos se sintieron imposibilitados de mirar, hablar, oler, escuchar o tocar... pero algo quedaba aún, un algo confuso en extremo, confuso a tal punto del caos comenzar a reinar al segundo subsiguiente de terrible situación estallar. Ese algo se sentía, era el último suspiro de la humanidad, un arma que escapaba al mundo sensible por contener a éste en su interior, por ser contenedor del abruptamente arrebatado continente; arma que no se supo manejar por haber sufrido el vacío que el alma de aquellos seres podía a su alrededor crear. Dicha esperanza cayó en desuso y correctamente ya no se podría utilizar; y justo cuando el último ser la dejó caer en el olvido, aquel monstruo fugaz, monstruo que esperó inmutable por cantidad de años como jamás se podrán contar, se abalanzó desaforado; famélico por su incalculable ayuno sobre sus sorprendidas víctimas.
A unos y otros dejó sin ojos, sin boca, sin nariz ni oídos, unos y otros sin cuerpos, una masa de seres sintiendo, sintiendo sin saber cómo hacerlo...