A pesar de que me gusta el trabajo prefiero los poderes
sobrenaturales. Siempre podemos tener los miércoles y los días que no te gusten
o los que nadie te conoce que pueden llegar a ser los mismos siempre. Esa
lechuga no se va a cortar sola pero por su intermedio puede que uno de tus
dedos sí, y no es culpa de la lechuga ni de los dedos ni del cuchillo ni de tu
cerebro. Tu karma te saca un poco de lo que dejaste en su cama, movimientos de
fábrica de metales aislados e indiferenciables, ambiente que puede prescindir
de la calefacción artificial y orejeras de plástico amarillo y negro que se
rompen pero nunca se herrumbran para así poder terminar una y otra y otra
jornada reaccionando sin sorpresa a los sonidos de las máquinas que trabajas y
que largan ese calor húmedo y oloroso que no se puede sacar del cuerpo, que te
obliga a olerlo hasta que te marees de tanto oxígeno que llega a la cabeza. -Si te cortas, que no sea
por la lechuga, compra otra cosa, lo único que necesitas es tiempo-. Entonces
se remueven las orejeras para escuchar cómo suena cada treinta segundos la
alarma que dice “excelente recreación, insertar pieza otra vez en treinta
segundos” y con ánimo ponerse otra vez a preparar el terreno para allanarlo, y
volver a prepararlo y querer prepararlo cuando ya fue preparado y así otra vez
más hasta que se olvida la alarma, le das al botón sin parar con la parte dulce
de la raqueta y le sacas un grito en corto circuito, se olvidan los cables y te
das calor junto a la máquina, descansado, olvidándote del trabajo.
Un cotillón del centro, manos toscas, nerviosas. Una de
ellas aplasta una galera que tendrá que pagar, otra revuelve una enorme cartera
marrón de la que se caen montones de
objetos no más grandes que una lapicera. Aprietan acá, suben allá, deciden
haciendo caso omiso a gustos propios y ajenos rigiéndose por la lógica
pre-menstrual. Si se cae al suelo no lo toques; mirame, date vuelta… dejate y
no hagas esas caras que van a pensar que soy mala madre –ya lo pensaron, ya lo
fueron también, pero no se acuerdan-.
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