jueves, 17 de mayo de 2012

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Todas esas chacareras que te ponen incómoda
Y esos gritos que pensas que te van a romper la remera;
Esas son tus cosas junto con los solos de guitarras
Que suenan como dentro de peceras secas
Y las manos invisibles que te tocan cuando suenan.
Nada te hace más indiferente,
Una indiferencia más grande que la de siempre;
Nada se compara a ser dueña de eso que recibe atención,
 “Cuánta suerte tenemos los dos; y ustedes también,
Pero más los dos que ustedes también.”

Todos embarrados en dulce de leche,
Estirando por siempre un pasado que hubiese sido
Si nos hubiesen dado la opción.
No paran de caer cerezas brillantes,
Se hunden apenas y quedan pegadas al dulce de leche
Hasta que no quede más lugar y se empiecen a
Apilar en cilindro como átomos sin carga ni moviendo,
Estáticos y pegajosos.
El cilindro tiene un techo desde el que caen pero
Ahora no sin tener que ejercer un poco de presión.
Revientan embarradas las que cayeron primero y aprietan a las demás que
Van a terminar reventando.

Si hubiésemos sido concientes de la inocencia,
Razonado con experiencia como ahora,
Podríamos haber elegido tener recuerdos más acordes
Y no buscarlos hasta que se borren los otros con la
Inercia de un golpe vaginal orgásmico
O en la inestabilidad de tres notas irrepetibles que me hacen saber
Que no voy a recordar nada
Cuando lo único que necesito es recordar. 

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