Y él prometió siempre hacerla feliz, y ella sólo necesitaba él cumpliese su promesa. Y él lo intentó pero el inminente peso lo abrumó; entonces confundió lo que una vez dijo, creyendo de ella haberlo oído y esperó cumpliera su promesa.
Durante años ambos desgarraron las entrañas del otro en busca de la felicidad que había prometido; se mutilaron sin darse cuenta que eran sus propias víceras las que debían ser revueltas, era en sus propias úlceras donde debían buscar; eran sus diez metros de intestinos los que nunca los dejarían en paz
sábado, 15 de enero de 2011
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